Mi paciencia tiene un límite y el límite es corto. Cuando alguien me llena el cupo simplemente me deja de importar, dejo de insistir en absoluto y dejo de esperar un buen fin. Dejo las cosas en estado de cortés distancia y en algunos casos sigo estando pero con un gran cartel de "Aplican restricciones". Sin embargo tiene que pasar algo muy fuerte para yo sentir que quiero brincarle a puñetes a alguien. He tratado de llevar las cosas con pinzas y no ha funcionado. Ahora tomo las cosas distinto, con el puño cerrado y la rabia vendándome los ojos. A esto me ha orillado la situación y lo siento, algún rato la vida me dará la razón.
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